Cuestionarios,
encuestas, entrevistas y opiniones. Verdadera opinión privada que se
convierte en falsa opinión pública. La RAE define cuestionario como
“lista de preguntas que se proponen con cualquier fin”, y se ciñe
a su significado. Encuesta, sin embargo, es definida como:
“averiguación o pesquisa” y “conjunto de preguntas tipificadas
dirigidas a una muestra representativa, para averiguar estados de
opinión o diversas cuestiones de hecho”.
Como
sinónimos aparecen: interrogatorio, sondeo, investigar, o preguntar. Ahora planteémonos un análisis basado en las encuestas de
opinión, de las que se pretende extraer información, que quizás se
extraiga, pero debemos preguntarnos ¿la opinión de quién?.
Bourdieu, plantea
tres supuestos que son: el convencimiento de que la
producción de una opinión está al alcance de todos, de que todas
las opiniones valen por igual y de que los problemas están
consensuados, que son compartidos y por lo tanto se formulan sólo
preguntas que valgan la pena.
Este es un sesgo demasiado grande, pues se puede escoger a un subconjunto de la población que no sea representativo, (una muestra falsa) y que a partir de el se saquen datos que sean aceptados como “verdad universal”. Sabemos que es posible condicionar la respuesta mediante el modo de hacer la pregunta, recuerdo un ejemplo “muy típico de aquí, muy español”, cuando en una encuesta se preguntaba: “¿Qué cree usted que es mejor, continuar con la peseta, moneda propia que nos pertenece desde hace tanto tiempo, que nos da seguridad y confianza en el mercado, que es reconocida por todos y que por muchos es considerada un emblema español del que sentirse orgulloso o vendernos al euro? O ¿Qué cree usted que es mejor, acogernos al euro, moneda internacional, que hará de España un referente económico pues nos unirá aun más a nuestros vecinos europeos, agilizando las relaciones de compra y venta entre distintos países y modernizando nuestro país o continuar con la ya gastada peseta?”. Queda claro.
Este es un sesgo demasiado grande, pues se puede escoger a un subconjunto de la población que no sea representativo, (una muestra falsa) y que a partir de el se saquen datos que sean aceptados como “verdad universal”. Sabemos que es posible condicionar la respuesta mediante el modo de hacer la pregunta, recuerdo un ejemplo “muy típico de aquí, muy español”, cuando en una encuesta se preguntaba: “¿Qué cree usted que es mejor, continuar con la peseta, moneda propia que nos pertenece desde hace tanto tiempo, que nos da seguridad y confianza en el mercado, que es reconocida por todos y que por muchos es considerada un emblema español del que sentirse orgulloso o vendernos al euro? O ¿Qué cree usted que es mejor, acogernos al euro, moneda internacional, que hará de España un referente económico pues nos unirá aun más a nuestros vecinos europeos, agilizando las relaciones de compra y venta entre distintos países y modernizando nuestro país o continuar con la ya gastada peseta?”. Queda claro.
Además
de este sesgo, debemos sumar que en las posibles opciones a
contestar, este la misma respuesta formulada de distinta manera, de
tal forma que la persona que contesta lo hace con una percepción
errónea, y transformando la respuesta dada éticamente en una
respuesta política pues el temario de las encuestas está
subordinado a los intereses políticos, Bourdieu explica como los
temas políticos aparecen en determinados momentos dependiendo de la
coyuntura y de la demanda social de ciertos grupos de presión, lo
que convierte a las encuestas en un instrumento de acción política.
Estas
crean la ilusión de una opinión pública generalizada y extendida,
sumando varias opiniones individuales y dando como resultado un
conjunto que represente la media de las opiniones sociales,
disimulando a través de este sistema cualquier opinión contraria o
poco beneficiosa para las conclusiones que el dueño del estudio
quiere demostrar, a partir de aquí clasifican la opinión con una
variable cuantitativa, numérica expresada en un porcentaje .
Ese
es el efecto conveniente, crear la ilusión de una opinión pública
que legitime la fuerza del que la ejerce, o de los que la sostienen,
pero de manera disimulada. Bourdieu utiliza un ejemplo religioso para
entender esta idea, "Dios está de nuestra parte"
intercambiable por un "la opinión pública está de nuestra
parte", es aquí donde vemos lo beneficioso o perjudicial que
puede ser el apoyo de la “opinión pública”, ya que si esta
representa la opinión general puede crear falsas ilusiones o
expectativas de apoyo hacia cierto tema o persona o al revés crear
la idea de no ser querido o de ser indiferente.
Sabemos
además que existe una ética de clase, unos valores preestablecidos
que nos acompañan desde la infancia, implícitos en las personas, y
a partir de los cuales generamos respuestas diferentes a problemas
distintos.
Algunas
encuestas además ignoran el porcentaje de “no se sabe” y “no
contesta”, si no se explica o se conoce con claridad el tema con
anterioridad, no podremos conseguir una valoración válida, a menos
que la valoración la contabilicemos de forma “No conocía el
tema”, “No esta interesado”, o una variable que lo refleje
de manera representativa, pues si el % de NS/NC es alto y este se
suma al porcentaje mayor, este aumentará como si muchas personas
pensasen de esa manera, lo que sería un engaño.
Que
una encuesta sea objetiva o no, depende de la neutralidad que
consigan las preguntas dando oportunidades a todas las respuestas.
Un
análisis riguroso tiene como objetivo explicar las relaciones entre
la estructura de las posiciones a tomar y la estructura del campo de
las posiciones objetivamente ocupadas. En las situaciones de crisis
las personas se hallan ante opiniones ya constituidas, estas son las
sostenidas por grupos, de forma que elegir entre opiniones
verdaderamente significa elegir entre grupos. Es el principio del
efecto de politización,
opinión pública como suma
de opiniones individuales, recogidas en una situación donde
el individuo va a expresar, en el aislamiento (de la cabina
electoral), una opinión aislada.
En
situaciones reales, nos encontramos que las opiniones son fuerzas, y
las relaciones entre opiniones son conflictos de fuerza entre los
grupos, esto conlleva un posicionamiento dependiente.
Por
una parte, existen las opiniones constituidas, y movilizadas, de
grupos de presión movilizados en torno a un sistema de intereses
explícitamente
formulados; y, por otra, disposiciones que, por definición, no son
opinión si se entiende por tal.
La
opinión pública es pedir a la gente un posicionamiento respecto a
opiniones ya formuladas, una simple agregación estadística de las
opiniones así producidas, a través de las encuestas.
Este
análisis lleva a replantearnos la confianza que debemos tener en las
encuestas de opinión, en las que sin conocer las bases y el modelo
utilizado para sacar las conclusiones, tomamos por válidas
regocijándonos o sorprendiéndonos, por que “cierta” parte de la
sociedad piensa como nosotros o por que “cierta” parte se
equivoca en comparación con nuestra opinión propia. Pero comenzando
por hay, la opinión propia es la que nace de cada uno, de la ética
de clase nombrada anteriormente, nos movemos por intereses, por
beneficios futuros, por lo que lo que para uno es beneficioso para
otro no, esto llevado al gran conjunto de las sociedad es un choque
de fuerzas, el cual puede tener una apreciación de superioridad o
inferioridad frente al grupo oponente, ¿nace esta opinión de
nosotros mismo o también es infundada?.
En
el mundo actual la prensa es una gran generadora de opinión pública,
pensamos que es actualidad lo que sale en los periódicos, sin
preguntarnos si la información que estos nos dan están ajustándose
a la realidad o si son una creación mandada y ejecutada de unos
intereses propios. Los porcentajes que dan de tipo “El 68% de los
españoles se consideran felices” ¿en tiempos de crisis? O
¿en plenas vacaciones?, el estudio puede estar bien ejecutado y
con todas las variables bien determinadas pero la manera de
concluirlo puede ser construida, antes incluso de analizar los datos.
Plantearnos la verdad de cada estudio que leamos, encontremos o nos
cuenten será a partir de ahora un ejercicio de reflexión, en el que
intentar buscar “manos negras” que se vean beneficiadas por que
la gente piense así, y la moralidad de los medios que se hacen eco
de ello, llevándolo al conjunto de la sociedad.
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