viernes, 17 de enero de 2014

La dualidad laboral o la pérdida de derechos.

Cuando escucho dualidad laboral algo en mi se alerta. Precariedad, inseguridad, despidos, se me agolpan en la cabeza y me dejan claro como será el trabajo del mañana. Desde luego para mi y para las próximas generaciones, tendremos contratos temporales a la orden del día.
Temporalidad: relación laboral con una duración determinada de antemano. Es decir, trabajaré 6 meses. Con suerte llegaré a trabajar 11. Y después iré a la calle, ¿por qué? Por que aunque sea buena en mi trabajo, aunque lo haga bien, aunque estén contentos conmigo, después tendrían que hacerme indefinida, y si en el hipotético caso de que la empresa “fuese mal” (o quizás valga con que no gane todos los beneficios esperados) por mi tendrían una indemnización mayor. Es decir, facilidades para el despido que escondemos ante la demagógica “flexibilidad laboral”.

En materia de contratación, la reforma vigente lleva a cabo una reducción de la indemnización por despido improcedente de los contratos indefinidos (de 45 a 33 días por año trabajado), además amplía las causas del despido objetivo, facilita la realización de Expedientes de Regulación de Empleo (ERE), y crea un nuevo tipo de contrato indefinido para pymes: el contrato de emprendedores y se trata de limitar el encadenamiento de contratos temporales fijando el límite en 24 meses.
De nuevo, facilidades para la empresa, sin tener en cuenta las necesidades de los trabajadores. Y esto va unido a lo que el Gobierno de turno llama crear empleo, señores a mí no me engañan.
Si tenemos 10 millones de contratos indefinidos, con la reforma despiden a 5 de estos millones, los contratan de nuevo pero con trabajos indefinidos, osea PRECARIOS, lo siento pero esta reforma no es que cree empleo, es que destruye el empleo que ya había indefinido y lo convierte en temporal, creando una inseguridad alarmante, y desde mi punto de vista agravante de la crisis.

¿Cómo me voy a comprar un coche si mi contrato es de 6 meses? ¿Y si después voy a la calle, cómo lo pagaré? ¿Cómo independizarme, si mi trabajo no me asegura una estabilidad? ¿Cuánto tiempo tendré que ahorrar para irme de casa de mis padres? Preguntas que nos hacemos los jóvenes, los que más sufrimos la precariedad, los que ven un futuro incierto debido a las malas reformas, los que tenemos que buscar un futuro fuera porque estamos formados y no se nos aprecia. Pero también trabajadores con muchos años a la espalda, trabajadores indefinidos como fue mi padre hasta 2009. Trabajadores que han perdido su empleo y aún no han alcanzado la edad de jubilación, trabajadores expulsados del mercado laboral con una edad “avanzada” y que vuelven atrás en su vida laboral, que retoman los contratos del principio de su vida, contratos temporales. De nuevo preguntas, ¿y qué pasa si...?, ¿y qué hacemos si...?, ¿y cómo...? Estas son las preguntas de la incertidumbre, esto es la Reforma Laboral.


Es una recesión cuando tu vecino pierde su trabajo; es una depresión cuando pierdes el tuyo.

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